El libro de Éxodo (Shemot) como hemos venido aprendiendo, es una hermosa historia de amor. La historia de un novio (El Mesías) cuyo Padre ha elegido a la novia (Israel) para que reine con él para siempre. El Padre saco la novia de la esclavitud (Egipto), y es en el Monte Sinaí en donde se establece un pacto con ella. Siguiendo las pautas del matrimonio bíblico, lo cual es en el acto del compromiso en donde se le entrega a la novia la Ketuvah o compromiso matrimonial (La Toráh), que no son más que las condiciones que deben cumplirse de una y de otra parte para la seguridad del pacto y en especialmente de la novia.
Esta Ketuvah debe estar escrita y debe ser entregada a la novia mediante la intervención de un testigo (Moisés) y es así como hemos venido estudiando que los diez mandamientos escritos por la mano de YHVH es su compromiso y sus condiciones, las cuales la novia aceptó cumplir, mientras llega el día de las bodas propiamente dichas, la novia se considera ya “esposa”, pero no viven juntos aún, ya que el novio debe preparar un lugar para ella, en la casa del Padre, pero debe cumplir con lo escrito en la Ketuvah.
Juan 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Qué diferente es esta perspectiva de la Escritura a la que tradicionalmente se ha enseñado en la Cristiandad. Muchos aprendimos que la Toráh es una pesada carga que YHVH impuso al pueblo de Israel. De acuerdo a esa enseñanza, YHVH sacó al pueblo de la esclavitud de Egipto para ponerle una carga aún más pesada que sería la Toráh o la llamada comúnmente “La Ley” y que además Yeshua (Jesús) vino para quitar “esa pesada carga de nosotros”, aduciendo que nos “hizo libres de esa esclavitud”, y que después vendrá para las bodas, sin que la novia sepa nada acerca de su compromiso. ¿Tiene sentido?
Repasemos la historia en la que YHVH revela su amor por su pueblo:
Éxodo 3:7-8 “Dijo luego YHVH: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel”.